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martes, 16 de octubre de 2007

Protocolo de Kioto: La otra cara de la medalla !!!

Las nevadas en la India, la temporada de frío en el África o las temperaturas inusitadamente altas en Europa, todo ello suele atribuirse ahora al calentamiento global del clima, escribe en Nezavisimaya Gazeta Yuri Golúbchikov, colaborador de la Facultad de Geografía de la Universidad "Lomonosov" de Moscú.

Nezavisimaya Gazeta


Como promedio, la temperatura del aire en la superficie terrestre ha subido a lo largo de los últimos 100 años en 0,3-0,7 grados centígrados. En la zona oriental de Siberia y en el Ártico, los termómetros indican tres grados más que a principios del siglo.

Se supone que esta tendencia se mantendrá también en el futuro. La explican por la creciente concentración del vapor de agua, dióxido de carbón, metano, óxido nítrico y diversas substancias del cloro en la atmósfera. Como las vidrieras de un invernadero, estos gases dejan pasar los rayos solares pero retienen la emanación del calor terrestre hacia el Espacio. El vapor de agua es el mayor contribuyente al efecto invernadero, mientras que el principal inculpado, dióxido carbónico, aporta solamente el 4%.

Dicha circunstancia lleva a varios científicos prestigiosos hacia la conclusión de que la creciente concentración del CO2 en la atmósfera no es la causa sino el efecto del calentamiento global. Baste con que la temperatura del Océano Mundial suba al menos un grado para que la atmósfera reciba una inyección colosal del dióxido carbónico, puesto que su concentración en las capas superiores del agua supera 57-60 veces la que se observa en el aire.

A pesar de que la relación entre el calentamiento global y la concentración del dióxido carbónico en la atmósfera todavía está por demostrar, fue firmado a propuesta de funcionarios internacionales el Protocolo de Kioto cuyos participantes se comprometen a reducir para el año 2012 las emisiones del CO2 en el 5% en comparación con los niveles de 1990. Es una cifra insignificante porque la presencia del dióxido carbónico en el aire no rebasa el 0,037%.

Rusia ratificó el Protocolo de Kioto en 2004. El volumen de la producción industrial en el país había bajado en comparación con el año 1990, de modo que la adhesión al acuerdo ofrecía a Moscú la oportunidad de vender sus cuotas de emisiones tóxicas a otros Estados. Por cierto, hasta la fecha no se cerró transacción alguna en esta materia.

Dentro de un par de años, cuando el sector ruso de la energía térmica y otros ramos industriales hayan recuperado los niveles de 1990, el país se verá limitado por una serie de restricciones rígidas debido a la existencia de cuotas. Conste que el dióxido de carbono no es de por sí un gas peligroso. Al contrario: lo necesitan todas las plantas y, si deja de ingresar en la atmósfera, aquéllas van a consumir las cantidades disponibles de CO2 en cuestión de 8-11 años.

El principal truco de Kioto consiste en que el proceso del calentamiento global podría convertir a Rusia en la proveedora número uno del dióxido de carbono, incluso en el supuesto de que la economía rusa dejara de crecer. Los turbales de la zona siberiana de permafrost - hoy en día, la concentración más importante del carbono congelado en forma de hidratos de gas - emitirían a la atmósfera cantidades colosales de metano y CO2, si se produce un deshielo.

La única manera de distinguir entre carbono de origen natural y carbono que es producto de las actividades humanas es realizando un costoso análisis con la ayuda de isótopos, procedimiento que no está previsto en el Protocolo de Kioto. Por tanto, será un ejemplo clásico del cómo obligar a un país a que pague por el aire.

En teoría, Rusia podría negarse a pagar por su enorme espacio aéreo y hasta sacarle un provecho, por ejemplo, exigiendo la introducción del sistema de cuotas nacionales sobre el consumo del oxígeno en función de las posibilidades de su recuperación. Los bosques rusos son los mayores proveedores del oxígeno a la atmósfera terrestre, y es gracias a ellos que Rusia mantiene liderazgo global en cuanto a la concentración del oxígeno en el aire. Hay numerosos cálculos en lo que concierne al consumo del oxígeno en los procesos de combustión y corrosión. Según algunas estimaciones, la Humanidad ha consumido alrededor del uno por ciento del oxígeno atmosférico en los últimos cien años. Las áreas forestales en el planeta se van reduciendo continuamente y el oxígeno, consumido por millones de empresas industriales, es producido únicamente por las plantas.

Lo que amenaza a Rusia no es el calentamiento global sino algunos acuerdos que son firmados para frenarlo. La creación del mercado internacional de cuotas medioambientales implica para Rusia demasiadas consecuencias. Hoy resuelven cobrar por el CO2; mañana, por la "energía sucia"; y luego, simplemente por el espacio. Si Rusia es tan extensa, que pague al pequeño principado de Mónaco y a todos los demás.

Publicado en "Nezavisimaya Gazeta"10.10.2007. Texto abreviado.

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